"Al contrario que en las ciudades occidentales que han formado parte de grandes imperios hundidos, en Estambul los monumentos históricos no son cosas que se protejan como si estuvieran en un museo, que se expongan, ni de las que se presuma con orgullo. Simplemente, se vive entre ellos". del libro Estambul, ciudad y recuerdos de Orhan Pamuk (premio nobel).
Los ojos azules del que fuera presidente de Turquía Mustafá Kemal Atartuk, nos persiguen desde todas partes. Ubicada entre dos continentes y bañada por el Mar Negro y El Mar de Mármara, unidos por el Estrecho del Bósforo, Estambul nos deja muchas sensaciones apenas llegamos a la ciudad, el olor salado del mar, el canto de los muecinos desde las Mezquitas, las calles abarrotadas de gente, el olor a especias y un maravilloso atardecer perfilado con los minaretes de la Mezquita Azul.
Llegamos alrededor de las 5 de la tarde hora local, tenemos una diferencia de 6 horas con Argentina, y después de almorzar tardeeeeeee algunas variedades turcas, muy picantes, con carne de pollo y cordero (por la religión no se puede comer cerdo), nos dirigimos a ver nuestra vecina Santa Sofía, templo de la Sabiduría y esta fue mi primera impresión de la ciudad.
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